La Jefatura de la ARS vuelve a menospreciar a ciertos trabajadores durante las prácticas del Plan de Específico de Instrucción

El hospedaje no es el mismo para los Mandos y algunos Guardias Civiles que para otros, las dietas son muy limitadas, las jornadas de trabajo son de entre 12 y 16 horas computando 8 y viene siendo una situación reiterada en el tiempo dentro de la especialidad

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Este proceder se está asentando como una nueva normalidad que va en detrimento de todos los derechos y mejoras conseguidas.

La jefatura de la Agrupación de Reserva y Seguridad vuelve alojar a sus trabajadores en lugares que ni ellos mismos se alojarían, limitándoles las dietas, el tiempo de descanso, vulnerando las necesidades y, en mayor grado, las condiciones laborales. Existe una Orden General de jornada, pero se está permitiendo que los mandos superiores realicen una libre interpretación de la misma para maniobrar en contra del bienestar de los compañeros.  

Las PEI, que son unas prácticas de obligado cumplimiento para todo componente de esta especialidad, están generando un gran malestar debido al criterio elegido para su desarrollo, desplazando solamente a algunos de los ocho grupos existentes en el territorio hacia demarcaciones de los restantes para cohesionar criterios y doctrina. Este desplazamiento implica necesariamente que a los componentes se les obligue a alojarse en cuarteles militares que presentan serias deficiencias.

Este hecho quizás pasara desapercibido si no fuera por la organización improvisada y clasista del reparto de tal hospedaje, donde es curioso que en unas prácticas de una unidad reunida, no todos se alojen en las mismas condiciones. Mandos y algunos guardias en residencias de la Guardia Civil o en sus domicilios con todas las comodidades, y los restantes en cuarteles, privándoles el derecho a un descanso en condiciones. Los participantes en dichos ejercicios sufren jornadas de trabajo de entre 12 y 16 h y se les computa solo 8h. Además, no se está percibiendo una dieta ajustada al gasto que conlleva estar fuera del domicilio ni la cuantía de lavandería.

Este proceder se está asentando como una nueva normalidad que va en detrimento de todos los derechos y mejoras conseguidas con verdadero esfuerzo asociativo. Las circunstancias descritas no son nuevas, se han dado en el pasado. Por ejemplo, en Cataluña, en 2017, se dio alojamiento en el famoso Piolín y en otros alojamientos que no debieron darse. Entendimos que las insólitas circunstancias propiciaron lo improvisado, pero esta ocasión dista del pasado y vuelve a repetirse, siendo una situación reiterada que parece haberse quedado en la ARS.

La directora general desoye a AUGC incluso haciendo alusión a que no hay quejas de los guardias. Recordamos aquella frase dicha por ella misma: “Libertad es no tener miedo”. Y es que en la Guardia Civil hay miedo a que abran expedientes disciplinarios por hacer alguna solicitud o queja o a que se aplique el CPM por decir verdades. No hay libertad porque hay miedo de expresar aquello que otros no quieren que se sepa y cuando algún valiente describe las represalias del sistema, como en lo sucedido al compañero del GRS 8, es castigado apartándolo de la función que desempeñaba en su unidad.

AUGC, asociación decana, lleva años alertando de la involución que se está gestando de manera incomprensible en la Guardia Civil, el Cuerpo más valorado pero también el más castigado y no por las “peculiaridades” sino por aquellos que están más pendientes de los ascensos, de alimentar su propio ego y quedar bien delante del político.