La Dirección General de la Guardia Civil sigue haciendo oídos sordos a los miles de trabajadores del Cuerpo que el pasado 14 de noviembre se manifestaron en Madrid exigiendo derechos sociolaborales. Para los generales y los políticos que ‘les sirven’ nada cambia, la vida sigue igual, como en la canción.
Así, y mientras vivimos una situación de alerta antiterrorista, el Director General no tiene ningún reparo en protagonizar una nueva muestra de derroche y mal uso de los recursos humanos de la Guardia Civil al presidir esta mañana la localidad cacereña los fastos organizados con motivo de la imposición de la medalla de oro de la ciudad a la Guardia Civil.
Dicho acto incluye, cómo no, una exhibición por parte de las especialidades del Cuerpo (con helicóptero incluido), la entrega de la medalla con una parada militar y un concierto de la Unidad de Música de la Academia de Infantería de Toledo, además de la Valdemoro. Como puede comprobarse, un nuevo festival de boato a mayor gloria del Director General y los generales a costa de unos presupuestos que siempre se quedan cortos a la hora de remunerar y equipar a los guardias civiles.
Además, desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) no se entiende que bajo a las actuales circunstancias de alerta terrorista se empleen más de un centenar de agentes de diferentes unidades de la provincia de Cáceres – incluidas las especialidades- más otras traídas de fuera para la celebración de un acto que se podía haber llevado a cabo en la intimidad junto a las correspondientes autoridades, y no una muestra de lucimiento para deleite de los mandos y del propio Director General, menospreciando con ello la seguridad de los agentes y de los ciudadanos asistentes a dicho evento.
AUGC quiere por tanto mostrar su reprobación a este acto, incomprensible e innecesario en estos momentos, máxime cuando desde la propia Dirección General de la Guardia Civil se ha ordenado el empleo de chalecos antibalas a los agentes y que extremen precauciones a la hora de la realización de los servicios por posibles atentados contra miembros de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. La celebración de dicho acto supone sustraer servicios de atención al ciudadano y de vigilancia de acuerdo al nivel de alerta decretado por el Gobierno de España.
Se trata de un episodio más de la nefasta gestión de Arsenio Fernández de Mesa al frente de la Guardia Civil, rematada recientemente con su frustrada amenaza de que los guardias civiles no podrían volver a manifestarse. Como es bien sabido, la convocatoria de AUGC para el 14 de noviembre no sólo se llevó a cabo gracias a la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, sino que convocó a cerca de 12.000 agentes y familiares que clamaron contra la discriminación de los trabajadores del Cuerpo en relación al resto de policías españolas.
De Mesa remata así una gestión al frente del Cuerpo en la que los guardias civiles han sufrido un retroceso en sus derechos inédito en el actual periodo democrático. Unos años en los que únicamente ha dedicado sus esfuerzos a complacer al lobby de los generales y castigar a las asociaciones profesionales, y que ha concluido con la histórica Marea de Tricornios del 14N.