El pasado viernes AUGC acompañó a la declaración de la compañera y guardia civil Alicia Sánchez, en el Togado Militar de Valladolid donde se la instruye un delito militar de insubordinación con un pena de entre seis meses y seis años.
Su insubordinación lo fue por reivindicar al oficial al mando de un control policial su derecho a usar una prenda de protección individual, chaleco antibalas de su propiedad, adecuada a sus formas y tamaño que la permitiera cumplir su deber de dar un servicio a la ciudadanía en condiciones de seguridad.
Este oficial sin duda olvidó que el uso del chaleco es una cuestión del servicio con responsabilidad a la cadena de mando y que el propio Plan de Prevención de RRLL de la Guardia Civil insiste en la inclusión de la prevención en todas las actividades policiales, y esta sin duda era una de ellas.
La propia DGGC ha obviado incluir en el citado Plan de Prevención la inclusión del principio de Igualdad de Trato y Oportunidades entre mujeres y hombres.
También olvidó el citado oficial que ante una situación de alto riesgo como es un control policial con su actitud estaba poniendo en clara desventaja a esta compañera con respecto a las posibilidades de sus compañeros ante una posible agresión ya que debido al gran tamaño del chaleco nunca hubiera podido reaccionar con rapidez al tapar esta prenda el acceso a su arma reglamentaria y grilletes.
El artículo 31 de la L.O. 11/2007 reguladora de los derechos y deberes de los miembros de la Guardia Civil es claro: “Los miembros de la Guardia Civil tienen derecho a una protección adecuada en materia de seguridad y salud en el trabajo, con las peculiaridades propias de las funciones que tienen encomendadas”.
Y mientras, la DGGC está haciendo lo que mejor sabe: un escarmiento ejemplarizante para navegantes. Sin duda hace tiempo que la propia Dirección General debería haber parado este sinsentido que se está llevando consigo la estabilidad profesional y la salud de nuestra compañera y la de sus hijos.
Y detrás de esta situación llevada a lo absurdo se encuentra la falta de dotación por parte del Ministerio de Interior de unos chalecos como equipamientos de protección individual que deberían ser entregados a todos y cada uno de los efectivos de la Guardia Civil y que además para las mujeres fueran acordes a sus características adjuntas al género.
El resultado de este sinsentido es una mujer de baja psicológica de esas que pasa a engrosas la penosa estadística del índice de absentismo laboral femenino en la Guardia Civil que triplica y cuadruplica al de los hombres sin que nadie, incluido el Sr. Director General, haga nada por remediarlo.
Trasladaremos a los distintos contextos sociales y políticos la situación de nuestra compañera esperando un poco de juicio y sensatez en una situación que nunca debería haber desembocado en el gran cajón de sastre del Código Penal Militar en el transcurso de una actividad puramente policial.
Para todos, una carencia en los medios específicos para nuestra querida profesión y para nuestra seguridad en el trabajo, y para ellas, además, una discriminación por razón de género.