Un año más, el 12 de Octubre, día del Pilar, es motivo de festividad para la Institución de la Guardia Civil, desde que Don Alfonso XIII con fecha de 8 de febrero de 1913 firmara la Orden por la que se declaraba a la Virgen del Pilar patrona del Cuerpo.
Un año más, oiremos desde todos los puntos de la geografía nacional en las misas correspondientes y en los discursos más corporativos, frases recurrentes como: “ La Guardia Civil es la Institución más valorada por los españoles.” “ El honor es nuestra principal divisa, una vez perdido no se recobra jamás.”
Ante esas declaraciones llegaran sonoros aplausos de entre el concurrido público compuesto por compañeros, familiares, amigos, autoridades e invitados que saben del funcionamiento de la Guardia Civil lo que han visto en una película de Sancho Gracia. Personas que tienen una visión sesgada, institucionalizada, acorde para la ocasión, que recurren al criterio historicista de la naturaleza militar del Cuerpo como sinónimo de eficacia y que son los mismos que en estos días previos agasajan las dependencias oficiales con obsequios varios en forma de viandas con la esperanza de, quien sabe, obtener una “patente de corso” en su demarcación el resto del año. Por cierto, ¿dónde quedó aquello de no aceptar dádivas?
Sin embargo, para muchos compañeros y compañeras esos aplausos se perderán en un inmenso eco. Tan inmenso como el vacío que encuentra un agente y sus familiares al tener que ingresar en una prisión militar durante 8 meses, por unos hechos acaecidos varios años atrás fuera del servicio gracias a la insulsa e incomprensible aplicación del Código Penal Militar.
Tan inmenso como el vacío que encuentran los agentes que ese mismo día de festividad llegarán a su casa a las siete de la mañana manchados de fango, mojados, doloridos, lesionados, frustrados, enojados…que habrán puesto su integridad física en peligro, una vez más, pero que tendrán que desayunar con el titular de que las medallas al Mérito Policial se repartirán, como si de una partida de naipes se tratase, en gran medida hacia la escala de oficiales y el personal que realiza labores burocráticas.
Tan inmenso como el vacío que encuentran los agentes que tienen que esperar años de litigio para que en última instancia los tribunales ordinarios estimen sus pretensiones de concreción y flexibilidad horaria que sistemáticamente ha rechazado la superioridad, teniendo que hacer prácticamente magia mientras tanto para poder conciliar su vida laboral y familiar.
Tan inmenso como el vacío que sienten y han sentido tantísimos compañeros de AUGC que han sido expedientados, desterrados y expulsados por el mero hecho de defender las condiciones laborales de todos, en actos dictatoriales de “limpieza” en las Unidades como si de una plaga se tratase.
Tan inmenso como el vacío que siente un agente que inicia el servicio en un vehículo con 400.000 kilómetros, sin ningún tipo de coordinación e información efectiva sobre eventualidades de interés policial en su demarcación, improvisando y asumiendo todas las responsabilidades porque ni existe Jefe de Servicio ni se le espera.
Todos ellos, los que estamos al fondo de la sala, no necesitamos oír ese discurso corporativista, sobredimensionado y lleno de épica, cuando la épica y el honor están en un uniforme de servicio y en las mentes y corazones de los compañeros que, con sus actuaciones, demuestran su compromiso y valía, soportando carencias en todos los aspectos… No señor, nosotros no perdemos el honor, pero ustedes si pierden la credibilidad.
Pidamos a esta nuestra Patrona un emocionado recuerdo para quienes perdieron la vida en el ejercicio de sus funciones. Pidamos una Guardia Civil carente de esa idiosincrasia militar que permite privar la libertad a quienes paradójicamente son quienes defienden la Democracia. Pidamos la completa equiparación prometida por nuestros gobernantes. Pidamos la instauración de unos turnos de trabajo, la justa y equitativa distribución de la productividad. Pidamos la empatía y el interés necesario para frenar la lacra del suicidio policial. Pidamos medios materiales acordes a un cuerpo de Policía moderno y del siglo XXI… Porque somos acreedores de exigir lo que en Derecho nos pertenece.
Porque tenemos dignidad, y eso señores míos está por encima del honor.