Hace tiempo que resulta una pesadilla acudir al Puesto de la Guardia Civil de Alfafar-Catarroja, el mayor de la provincia de Valencia. La plaga de mosquitos ataca a los ciudadanos que quieren hacer alguna denuncia, a los detenidos que permanecen en calabozos y a los agentes que prestan servicio en las dependencias. Tampoco importa que sea invierno o verano, siempre están presentes, y cuando hace calor son más. El mismo problema lo sufren los residentes de las viviendas situadas sobre el cuartel.
Estas desagradables compañías ocasionan fuertes picaduras a quienes osan adentrarse en el cuartel de Alfafar-Catarroja y hasta dos detenidos han tenido que ser trasladados de urgencia al hospital tras servir de alimento a los mosquitos. Prestar servicio en tales circunstancias o permanecer en los calabozos resulta desesperante, pero los Guardias Civiles no pueden hacer más que matarlos para proteger a ciudadanos y detenidos e intentar protegerse a sí mismos. En verano prefieren trabajar con manga larga para salvaguardar su cuerpo y aun así, no se evitan los picotazos en las zonas más expuestas, como manos o cuello.
La desinsectación es urgente; no sólo resulta incómodo –en una noche se ha llegado a matar a 40 mosquitos–, es que peligra la salud de las personas al ser transmisores de enfermedades. En alguna ocasión se ha llegado a fumigar, pero persisten y aparecen plagas cada vez mayores. Por otro lado, una empresa de control de plagas ha realizado un estudio, pero a día de hoy no existe solución ni para el acuartelamiento ni para las viviendas.